COMUNES observa profundamente conmovido y consternado la situación que se vive en el medio oriente, particularmente entre los pueblos de Israel y Palestina.
Nuestras experiencias de un largo conflicto armado y la firma de un Acuerdo Final de Paz en 2016 nos sirvieron para concluir que la violencia es el peor de los caminos, y que, si bien siempre persistirán odios y estigmas, las fuerzas mayoritarias que anhelan la paz terminan por conseguirla.
Somos conscientes del papel que han jugado siempre en el mundo, y particularmente en el medio oriente, los intereses económicos y políticos de las grandes potencias. A fines del siglo XIX, gran parte de la geografía mundial, particularmente el sur, era objeto de la ocupación y colonización europeas, imperando por entonces la convicción de que unas naciones tenían el derecho de invadir y someter a otras por el solo poder de la fuerza. El ideal sionista fue fruto de eso.
Sólo después de grandes guerras mundiales que costaron millones y millones de víctimas, echaron raíces las ideas de descolonización, soberanía y autodeterminación de los pueblos. Tristemente, para entonces, hechos consumados bajo criterios del pasado se tornaron en grandes problemas, muy difíciles de resolver. Uno de ellos, el conflicto entre Israel y Palestina. De nuevo intereses de grandes potencias contribuyeron al agravamiento de la situación.
El violento e inhumano ataque de Hamas contra el estado de Israel y su población civil ocurrido el pasado 7 de octubre, que condenamos, desató la ira de éste de manera desproporcionada, atacando no solo las fuerzas hostiles, sino la población civil palestina, en una dimensión sin antecedentes, como lo evidencia la orden a casi un millón de personas de desocupar Gaza en unas cuantas horas, al tiempo que se bombardeaba y destruía gran parte de ella. La justicia impone condenar también esta arremetida despiadada.
Porque sinceramente dejamos de creer en la violencia, aseguramos firmemente que no se puede combatir el terrorismo con más terrorismo. Eso sólo servirá para escalar el horror y la muerte. Los líderes responsables en una guerra tienen el deber humanitario de contenerse ante las provocaciones del adversario, para dejar de actuar siempre según la voluntad del enemigo.
Cabe poner fin al discurso de explicar sus actuaciones por las pasadas acciones del contrario, en una inagotable búsqueda de razones que conduce inútilmente a miles de años atrás. Hay que reconocer las propias culpas. Los pueblos palestino e israelí, así como sus futuras generaciones, merecen una existencia pacífica, una vida colmada de esperanzas y un porvenir de fraternidad y convivencia.
Clamamos por la paz, por un diálogo civilizado, por la intervención responsable del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para detener el fuego y conducir a negociaciones serias. La única fórmula que vemos viable es la de dos naciones y dos estados que se reconozcan y respeten mutuamente, conscientes del incuestionable valor de la ley y los principios del derecho internacional. No más guerra, no más terrorismo. Sí a la negociación, sí a la paz.
CONSEJO POLÍTICO NACIONAL DE COMUNES
Bogotá, 17 de octubre de 2023