EL voto decisivo de las mujeres en Colombia

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Por Manuela Marín

En las últimas semanas, a partir de los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, ha surgido una avalancha noticiosa, por cuenta de las opiniones y/o propuestas de las dos candidaturas que hoy se disputan el poder ejecutivo por los siguientes cuatro años.

Uno de los temas más agitados es el de las mujeres y nuestro rol en la sociedad, por cuenta de declaraciones, a todas luces retrogradas, de uno de los candidatos que afirma, por ejemplo, que nuestro lugar ideal es el hogar y las labores del cuidado, lejos de la política y de lo público. Es así que los asuntos de las mujeres vuelven a ser el centro del debate público, evidenciando que, a pesar de las victorias obtenidas por las mujeres en materia de derechos, siguen existiendo corrientes políticas ancladas en las discriminaciones y las violencias, propias de un modelo de sociedad que ha dado demostraciones históricas de fracaso.

Estas declaraciones son tan peligrosas como las diferentes justificaciones que han surgido al respecto, ya que se ha querido imponer la idea de que una persona que fue educada en el machismo no puede cambiar sus concepciones, así que es “normal” que piense así. Peligrosa e inaceptable esa idea, mucho más tratándose de una persona que pretende conducir un país que se ha venido transformando con el curso de los años y de las luchas de los movimientos sociales, entre ellos el de las mujeres. Inaceptable, porque normalizar la cultura de la exclusión que nos ha costado siglos de desigualdades contra las que hemos luchado desde diferentes escenarios.

Lo positivo de la situación es que hoy nuestros asuntos están en discusión en todas las mesas de las familias colombianas, teniendo en cuenta que llevamos menos de cien años de ser reconocidas como ciudadanas y más de dos mil años de patriarcado. Es positivo también que se visibilicen las propuestas concretas que desde las candidaturas se tienen para las mujeres. Valga la oportunidad para decir que muchas de esas propuestas están consignadas en el Acuerdo de Paz de La Habana, gracias al elemento transversal conocido como el enfoque de género, que materializa exigencias puntuales de las mujeres en temas tan neurálgicos para el país como la Reforma Rural Integral y la apertura democrática. Esto significa que en un gobierno que se comprometa con su implementación, las mujeres debemos ser protagonistas.

También es positivo que el voto de las mujeres se considere decisivo, pero entendiendo que no se trata simplemente del acto de depositar el tarjetón, sino que detrás de ese momento debe existir un ejercicio político claro y permanente, un proceso de participación efectiva y de garantía de inclusión en escenarios de decisión, un proceso que parte de la comprensión y reconocimiento de la importancia que tiene la agenda de las mujeres para el país. En síntesis, no se trata de la utilización de nuestros asuntos por la coyuntura política, se trata de impulsar un proyecto verdaderamente transformador, justo e incluyente. Es con ese proyecto con el que las mujeres comuneras estamos comprometidas.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]